Problemas emocionales y conductuales
Los problemas emocionales y de conducta son comunes en la infancia y pueden afectar a los ámbitos social, emocional, académico y familiar. La detección e intervención precoz es clave para mejorar el pronóstico, puesto que pueden tener causas neurológicas o ambientales.
Existe una gran variedad de problemas emocionales, desde trastornos específicos hasta patologías más inespecíficas. Su variedad y complejidad requieren una visión amplia para comprender su origen y mantenimiento, a menudo identificado por padres y profesores.
Indicadores a tener en cuenta:
Algunos indicadores de trastornos emocionales en niños pueden ser:
Estas dificultades no solamente afectan al proceso de aprendizaje, sino que también dificultan las relaciones sociales y la interacción saludable con los demás. Algunos de los problemas de conducta más comunes incluyen:
Los síntomas varían según la edad y el desarrollo, afectando a ámbitos sociales, emocionales, académicos y familiares. Aunque pueden ser parte del desarrollo normal, es necesario evaluar la frecuencia, intensidad y persistencia para decidir si es necesario apoyo profesional.
- Preferencia por estar solos.
- Quejas de molestias físicas y absentismo escolar debido a estas.
- Ansiedad, inseguridad, temor y preocupación constantes.
- Comportamiento inmaduro así como dependencia de los adultos.
- Pensamientos o ideas atípicas.
- Tristeza y/o apatía.
Estas dificultades no solamente afectan al proceso de aprendizaje, sino que también dificultan las relaciones sociales y la interacción saludable con los demás. Algunos de los problemas de conducta más comunes incluyen:
- Dificultad para concentrarse.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Conductas desobedientes y búsqueda de atención por falta de disciplina.
- Transgresión de normas sociales.
- Desmotivación académica y expulsiones escolares.
- Falta de empatía.
- Conductas agresivas y violentas.
- Interpretación errónea de intenciones y responder agresivamente.
- Ausencia de culpabilidad y remordimientos.
Los síntomas varían según la edad y el desarrollo, afectando a ámbitos sociales, emocionales, académicos y familiares. Aunque pueden ser parte del desarrollo normal, es necesario evaluar la frecuencia, intensidad y persistencia para decidir si es necesario apoyo profesional.