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Trastorno del Espectro del Autismo (TEA): ¿Qué es y cómo ayudar a tu hijo o hija?

El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es una condición del neurodesarrollo que puede generar muchas dudas y preocupaciones en las familias. No es una enfermedad que pueda “curarse”, sino una condición con un amplio espectro de manifestaciones. Cuando un niño muestra dificultades para comunicarse, relacionarse o adaptarse al entorno, las familias a menudo se sienten desbordadas buscando respuestas. Pero saber qué hacer y por dónde empezar puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida de su hijo/a.

Síntomas asociados al TEA

Muchas familias sospechan que algo no va bien cuando su hijo tiene unos 18 meses. Aunque algunos niños y niñas parecen desarrollarse con normalidad hasta los 12 o 24 meses, posteriormente pueden experimentar una pérdida repentina de las habilidades lingüísticas o sociales que habían adquirido. 

Problemas habituales asociados al TEA

Comunicación

  • Dificultad para iniciar o mantener una conversación. A menudo prefieren gestos en lugar de palabras, desarrollan el lenguaje de forma lenta o no llegan a desarrollarlo.
  • Contacto visual reducido o ausente. No miran los objetos que otras personas señalan ni utilizan expresiones faciales o gestos para comunicar emociones.
  • Repetición de palabras o frases. Pueden memorizar fragmentos de diálogos o anuncios (ecolalia).
  • Regresión. Algunos niños dejan de balbucear o de decir las primeras palabras que habían aprendido.

Interacción social

  • Ausencia de reciprocidad social. Pueden evitar el contacto visual, no responder a sonrisas oa su llamada por el nombre, y no mostrar empatía hacia otras personas.
  • Preferencia por jugar solos. Muchas veces muestran poco interés en compartir actividades o participar en juegos cooperativos.
  • Relación objetual. En vez de relacionarse con las personas, tratan a las demás como objetos o ignoran su presencia.

Respuesta sensorial

  • Hipersensibilidad o hiposensibilidad sensorial. Pueden evitar el contacto físico o encontrar dolorosos sonidos habituales, además de mostrar respuestas poco comunes frente a estímulos como el tacto, las texturas, los sabores o los olores.
  • Exploración atípica. Frotan superficies, llevan objetos en la boca o los chupan.

Juego

  • Ausencia de juego simbólico. No imitan acciones como dar de comer a muñecos o simular llamadas telefónicas.
  • Juego repetitivo. Prefieren jugar solos con rutinas muy estructuradas, como alinear objetos.

Comportamiento

  • Rigidez en las rutinas. Se muestran irritables o resistentes frente a pequeños cambios en las rutinas.
  • Movimientos repetitivos. Pueden balancearse, aletear las manos o girar en círculos.
  • Intereses restringidos. A menudo se obsesionan con temas concretos o muestran un intenso enfoque en partes de objetos, como las ruedas de un coche.

¿Por qué es importante el diagnóstico y la intervención precoz?

Uno de los primeros pasos que realizará el psicólogo infantil cuando se sospeche un TEA es realizar una evaluación multidisciplinaria, que incluye la observación directa del comportamiento del niño/a, entrevistas con las familias y el uso de herramientas específicas como el ADOS-2 (Autism Diagnostic Observation Schedule). Esta evaluación no se limita a establecer el diagnóstico, sino que también busca crear un plan de intervención personalizado para el niño/a así como implementar las ayudas y adaptaciones en la escuela necesarias para garantizar un desarrollo más efectivo del niño en el entorno educativo y mejorar así su calidad de vida. 

La detección temprana del TEA es fundamental, ya que los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo del cerebro y es más probable que el niño responda positivamente a las intervenciones, mejorando sus habilidades sociales y comunicativas. El diagnóstico se realiza generalmente en torno a los dos años, un momento clave para identificar el trastorno e iniciar las intervenciones a tiempo. 

¿Cómo puede ayudar un psicólogo infantil?

Un psicólogo especializado en TEA es un aliado fundamental para identificar y abordar las necesidades de su hijo/a. 

Las intervenciones pueden incluir:

  • Terapias de comunicación: Éstas son fundamentales para ayudar a los niños con TEA a desarrollar habilidades sociales y de comunicación. A menudo, tienen dificultades para comprender lenguaje no literal, como metáforas y bromas, así como para reconocer las emociones de otras personas. 
  • Terapias conductuales: Estas terapias ayudan a reducir conductas agresivas o atípicas y establecer rutinas. El Análisis del Comportamiento Aplicado (ABA) es una técnica muy eficaz para enseñar habilidades prácticas como el autocuidado y la autonomía.
  • Gestión emocional: Los niños con TEA tienen a menudo dificultades para gestionar sus emociones, lo que puede provocar momentos de estrés o frustración. Mediante técnicas específicas, el psicólogo infantil puede ayudarles a identificar y regular sus emociones de forma efectiva.
  • Adaptaciones educativas: Las dificultades sociales y emocionales derivadas del TEA pueden dificultar la integración en el aula. El psicólogo infantil puede colaborar con los maestros para establecer estrategias adaptativas y crear un entorno de aprendizaje inclusivo que tenga en cuenta las necesidades particulares del niño o la niña.
  • Apoyo emocional para las familias: Una parte esencial de la intervención psicológica es el apoyo a las familias. Las preocupaciones derivadas del diagnóstico de TEA pueden generar mucha ansiedad en las familias.


El TEA no define el futuro de su hijo/a, pero con las herramientas y el apoyo adecuados, sí que puede ayudarle a construir una vida plena y feliz.
Si necesitas más información sobre cómo empezar a ayudar a tu hijo/a e iniciar su tratamiento, consulta los pasos a seguir o contáctame por correo electrónico o mediante el formulario de contacto. Juntos podemos dar a su hijo/a las herramientas para crecer y desarrollar todo su potencial.