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¿Qué es la depresión infantil y adolescente?

La depresión infantil y adolescente es una condición mental seria que afecta a niños y adolescentes, provocándoles una tristeza persistente, dificultades emocionales y cambios en el comportamiento. Aunque el término “depresión” puede parecer asociado a adultos, los niños y adolescentes también pueden experimentar esta enfermedad, con graves consecuencias si no se interviene a tiempo. Además, muchas veces pasa desapercibida, ya que los síntomas pueden ser difíciles de reconocer, especialmente en niños pequeños.  Los síntomas de la depresión infantil varían según la edad y la personalidad del niño, pero los más comunes incluyen:

  • Tristeza persistente o irritabilidad.
  • Pérdida de interés por actividades que antes disfrutaban.
  • Alteraciones en el apetito y el sueño.
  • Dificultad para concentrarse y bajo rendimiento escolar.
  • Aislamiento social y cambios en las relaciones con amigos y familiares.
  • Pensamientos de desesperanza o culpa.
  • Pensamientos de muerte o suicidio (en casos graves).

Es importante que los padres sean capaces de distinguir entre la tristeza, un estado emocional y la depresión. Si los síntomas persisten durante más de dos semanas, deben ser motivo de consulta a un profesional de la salud mental.

Factores de riesgo de la depresión

Las causas de la depresión infantil pueden ser múltiples y con frecuencia implican una combinación de factores biológicos, ambientales y emocionales. Entre los factores de riesgo más comunes, podemos encontrar:

  • Factores biológicos: Los niños con antecedentes familiares de depresión tienen más riesgo de sufrirla.
  • Factores ambientales: Situaciones estresantes como problemas familiares, acoso escolar, pérdidas significativas o cambios importantes en la vida (como el divorcio de los padres) pueden ser desencadenantes.
  • Trastornos asociados: En algunos casos, la depresión infantil puede coexistir con otros trastornos, como el autismo o la ansiedad, complicando los síntomas y la identificación del problema.
Si tu hijo/a presenta alguno de estos factores de riesgo, es importante que esté atento a cualquier signo de depresión para poder actuar rápidamente.

¿Cómo puede ayudar un psicólogo a tratarla?

La intervención psicológica es una de las soluciones más efectivas para abordar la depresión infantil y adolescente. Si cree que su hijo/a presenta síntomas de depresión, es importante realizar una evaluación psicológica completa. Con esta se podrán identificar las causas profundas de la depresión, y le ayudará a diseñar un plan de tratamiento individualizado que incluya técnicas de intervención psicológica adaptadas a las necesidades específicas del niño o adolescente.

El tratamiento psicológico para la depresión infantil a menudo incluye:

  1. Psicoterapia cognitivo-conductual (TCC): Esta técnica ayuda a los niños/as y adolescentes a identificar los pensamientos negativos que les afectan ya cambiarlos por pensamientos más saludables. También se trabaja en habilidades sociales y estrategias de afrontamiento para mejorar su autoestima y resiliencia.
  2. Psicoeducación: La participación activa de la familia es esencial para ayudar al niño a afrontar la depresión. Educar a los padres sobre la depresión infantil es fundamental para entender el trastorno y poder implementar cambios en casa que faciliten la recuperación del niño. El psicólogo trabajará con los padres para enseñarles cómo apoyar adecuadamente en casa.


Actuar de forma precoz y recurrir a un profesional puede marcar la diferencia en el bienestar emocional de tu hijo. La depresión infantil y adolescente, si no se trata a tiempo, puede tener consecuencias a largo plazo en su vida emocional, académica y social. Con un tratamiento adecuado, que incluya psicoterapia y, si es necesario, medicación, la mayoría de niños y adolescentes pueden recuperarse completamente.

Si necesitas más información sobre cómo empezar a ayudar a tu hijo/a e iniciar su tratamiento, consulta los pasos a seguir o contáctame por correo electrónico o mediante el formulario de contacto.