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Cómo ayudar a tus hijos o hijas a gestionar los problemas emocionales y conductuales

La educación emocional es esencial para el bienestar y el desarrollo de los niños. Cuando un niño tiene dificultades para gestionar sus emociones, puede experimentar comportamientos problemáticos o inestabilidad emocional. Si observas que tu hijo/a es más intenso emocionalmente o tiene problemas para regular sus emociones, la psicología infantil puede ser de ayuda. Un psicólogo infantil y juvenil puede ser clave para mejorar su gestión emocional y prevenir complicaciones futuras. Es importante saber distinguir entre conductas normales del crecimiento y posibles trastornos de conducta cuando los comportamientos se vuelven difíciles de controlar.

¿Cuáles son los problemas emocionales más comunes en los niños?

Los menores con inestabilidad emocional pueden experimentar una variedad de dificultades, incluyendo:

  1. Agresividad o comportamientos desafiantes: A menudo, los niños con problemas emocionales expresan frustración a través de la agresividad.
  2. Inseguretat i ansietat: Els nens i nenes amb emocions intenses poden sentir pors o ansietat davant situacions noves o desconegudes.
  3. Dificultades en las relaciones sociales: La falta de empatía puede dificultar las relaciones con amigos y familiares.
  4. Dificultades escolares: Los niños con problemas emocionales pueden mostrar falta de concentración y un bajo rendimiento escolar.

Cuando estos comportamientos son persistentes pueden indicar un trastorno de conducta.

Comportamientos problemáticos que pueden evolucionar en un trastorno de conducta:

  1. Desobediencia: Cuando el niño se niega repetidamente a seguir órdenes o instrucciones de adultos. Esto puede dificultar la convivencia familiar y escolar.
  2. Rabietas: Son explosiones emocionales comunes en menores, pero si estas persisten más allá de los 2-3 años, o son muy frecuentes e intensas, pueden ser un signo de dificultades emocionales. Las técnicas como el “tiempo fuera” o la enseñanza de alternativas para expresar frustración pueden ayudar a gestionarlas.
  3. Negativismo: Resistencia constante a la autoridad sin recurrir a la agresión, dificultando la convivencia familiar.
  4. Agresividad: Incluye conductas físicas o verbales que pueden surgir como resultado de la frustración, falta de límites o dificultades para gestionar emociones intensas.
  5. Dificultad para gestionar la frustración: Los niños que no toleran la frustración pueden reaccionar con rabietas, actitudes opositoras o con agresividad cuando no consiguen lo que desean o se les pone un límite.
  6. Aislamiento social: Algunos niños, ante problemas emocionales o sociales, pueden evitar el contacto con otros niños o niñas o participar en actividades de grupo. Este comportamiento puede ser indicativo de ansiedad, inseguridad o baja autoestima.
  7. Mentiras y pequeños robos: Estas conductas pueden surgir como una manera de afrontar la inseguridad, la necesidad de atención o la falta de habilidades para comunicar necesidades o deseos.

¿Cómo evoluciona el comportamiento a lo largo del tiempo?

Los trastornos conductuales evolucionan según la edad del niño. Algunas etapas comunes son:

  • 6-12 meses: Conductas agresivas como el llanto excesivo o mordeduras.
  • 12-18 meses: Empujar o golpear para conseguir lo que quieren.
  • 18-24 meses: La agresividad puede ser más evidente, especialmente por no gestionar la frustración.
  • 3-4 años: Empiezan las conductas agresivas verbales.
  • 5-6 años: Problemas de atención, mentiras y pequeños robos.
  • Adolescencia: Los adolescentes pueden alternar entre baja autoestima y creerse superiores a los demás.

La importancia del acompañamiento psicológico

Si las dificultades emocionales de tu hijo o hija persisten o afectan a su día a día, consultar a un psicólogo infantojuvenil es esencial. A través de la terapia, los niños pueden aprender a identificar y gestionar sus emociones con actividades como juegos y ejercicios de relajación. Esto les ayuda a mejorar su respuesta a emociones como la frustración, la ansiedad o la tristeza.

Algunas estrategias para mejorar la gestión emocional de los niños y niñas incluyen:

  1. Ejercicios de respiración y relajación: Ayudan a los niños a calmarse y afrontar situaciones complicadas.
  2. Juegos de gestión emocional: Actividades que les enseñan a identificar y comprender las emociones de forma lúdica.
  3. Dinámicas de grupo: Proporcionan un espacio para trabajar las emociones a través de la interacción con iguales, ayudándoles a comprender y gestionar sus propias emociones mediante la relación social.
  4. Modelaje y refuerzo positivo: Las familias pueden premiar comportamientos emocionales adecuados y modelar la calma y paciencia ante situaciones difíciles.


Para tratar los problemas emocionales, las técnicas cognitivo-conductuales son herramientas efectivas. Algunas estrategias incluyen:

  1. Modelaje de conducta y economía de fichas: Consisten en reforzar los comportamientos deseados con premios simbólicos.
  2. Reestructuración cognitiva: Ayuda a cambiar pensamientos negativos por enfoques más constructivos con el objetivo de mejorar la gestión emocional.
  3. Terapia familiar: Involucrar a las familias para establecer pautas educativas más efectivas, siendo estas claras y mejorar así la dinámica familiar.
  4. Tratamiento farmacológico: En situaciones graves, se pueden utilizar medicamentos para controlar la impulsividad y aumentar la capacidad de concentración.

Herramientas para las familias: Cómo ayudar desde casa

Ayudar a tus hijos o hijas a gestionar sus problemas emocionales es esencial para su desarrollo y bienestar. Con el acompañamiento adecuado, como la psicología infantil, y el uso de técnicas de gestión emocional, los niños pueden aprender a regular sus emociones, mejorar su conducta y prevenir complicaciones futuras. Las familias, con paciencia, soporte y estrategias eficientes, pueden jugar un papel fundamental en este proceso.

Algunas herramientas que las familias pueden aplicar en casa para mejorar la gestión emocional de los niños son:

  1. Fomentar la expresión emocional: Anima a tu hijo o hija a hablar sobre sus sentimientos. Los juegos con emociones ayudan a exteriorizarlos.
  2. Establecer rutinas y límites claros: La rutina ayuda a los niños/as a sentirse seguros y reduce la ansiedad.
  3. Técnicas de calma y evitación de reacciones impulsivas: Cuando se producen rabietas, mantener la calma es clave. Técnicas como la respiración profunda y el “tiempo fuera” pueden ser útiles.
  4. Fomentar un ambiente familiar estable y cariñoso: Los niños aprenden de los ejemplos de los adultos. Mostrar cómo gestionar las emociones y comunicarse de forma constructiva les enseña a hacerlo también.
  5. Trabajar conjuntamente con otros adultos: Coordinándose con maestros y terapeutas, las familias pueden reforzar las técnicas de gestión emocional.


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